Seguir volando En el tiempo de vida que tengo, que no son más que diez años, porque sí, en realidad antes sobrevivía, tenía treinta años queriendo vivir, aprendiendo cosas, métodos, formas, costumbres, buenos modales, el bien y el mal, ir a la iglesia, tenerle temor a Dios, leyendo la biblia, sabiendo todo lo referente a Dios, las buenas costumbres, el “buenos días”, “puedo pasar”, “gracias”, “salud”, “con permiso” y muchas otras estupideces que nos enseñan para tener “buena educación”, que al fin de cuentas es simplemente por contrato social, hipocresía o domesticación cultural. Fue a la edad de treinta años que viví un shock fortísimo dentro de mi vida, y tuve que enfrentar una realidad que casi me destruye, deje la iglesia, el cristianismo, la lectura de la Biblia, como decían algunos zoquetines “deje la cobertura de Dios”, ¡cómo si eso fuera posible! En el peregrinar conocí a tipos como Buda y Krisna (que en realidad ya conocía, pero los veía con los ojos cerra
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Por qué empezar no exige día, sino ganas
Hola amados y amadas, escribo hasta ahora porque cierto personaje del cuál no quiero acordarme me dijo: “Te debes a tus lectores, y, como cada año, debes poner el 31 de diciembre o el 1 de enero tu carta para comenzar el año”. Cabe aclarar que esto me encabronó mucho, pues “yo no me debo a nadie ni a nada”, yo soy yo y punto. Sé que se puede escuchar muy soberbio, pero no hay nada peor que la idea de “gracias a los demás yo me hice”, es decir, todos los que están a mi alrededor se hicieron por mí, eso es peor, posiblemente inspiro a otros y otras, pero ellos deciden ser quienes son por ellos, y no por mí, (aunque algunos no les guste). Escribo porque que me encanta hacer y soy aprendiz de eso, lo hago para expresarme, para llorar, reír, inventar historias, cuentos, poesías, porque soy subversivo y porque mi madre me enseñó que puedo hacer lo que me de mi chingada gana siempre y cuando me haga responsable de eso. Sí, lo sé, soy grosero, pero qué quieren, me encanta s
¿Cuánto tiempo dura tu sueño? Alguna vez te has preguntado ¿estoy haciendo lo que soñé? ¿Realmente hago lo que me place? Algunos de nosotros cuando éramos niños jugábamos a ser soldados, bomberos, rescatistas, policías, modelos, artistas, comediantes, qué se yo, la idea es que jugábamos a creer y a crear, hacíamos castillos indestructibles mientras viajábamos en el lomo de un dragón… Pero... espera; llega la edad de “ser realista” y piensas (o te dicen), debes buscar un trabajo que te dé de comer, y eso haces, estudias una carrera que te guste (a veces) o por lo menos no te aburra, te formas en ella (o crees hacerlo) y entonces sales a la selva de asfalto a buscar dónde colocarte para así poder tener “un sueldo seguro”, un horario, vacaciones, prestaciones y sobre todo “algo que me da de comer”; así se van veintiocho años (claro si jamás te corrieron de la empresa o aguantaste tanto tiempo en ella), te jubilas y puedes gozar a tus cincuenta años de una pensión… si
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