Seguir volando
En el tiempo de vida que tengo, que no son más que diez
años, porque sí, en realidad antes sobrevivía, tenía treinta años queriendo
vivir, aprendiendo cosas, métodos, formas, costumbres, buenos modales, el bien
y el mal, ir a la iglesia, tenerle temor a Dios, leyendo la biblia, sabiendo
todo lo referente a Dios, las buenas costumbres, el “buenos días”, “puedo pasar”,
“gracias”, “salud”, “con permiso” y muchas otras estupideces que nos enseñan
para tener “buena educación”, que al fin de cuentas es simplemente por contrato
social, hipocresía o domesticación cultural.
Fue a la edad de treinta años que viví un shock fortísimo
dentro de mi vida, y tuve que enfrentar una realidad que casi me destruye, deje
la iglesia, el cristianismo, la lectura de la Biblia, como decían algunos
zoquetines “deje la cobertura de Dios”, ¡cómo si eso fuera posible!
En el peregrinar conocí a tipos como Buda y Krisna (que en
realidad ya conocía, pero los veía con los ojos cerrados), Nietzsche otra vez
me rescató del abismo oscuro, y entre las penumbras, me encontraba yo, solo,
sin mí, y eso era la peor parte de todas, sólo… y sin mí.
Entonces comencé a reencontrarme, a volverme a juntar, a ver
a mi niño interno, a mi adolescente interno, al joven interno y a aceptar al
adulto que soy, todo comenzó a tomar otra forma, Dios dejo de tener tantos y
tantos conceptos y sólo fue Dios, la Biblia dejo de ser “palabra de Dios” y
comenzó a ser un libro sagrado de los judíos, como el Corán para los musulmanes
o el Chilam Balam para los mayas.
Me reencontré con Sócrates, platón, Aristóteles; con el
Jesús histórico y el Cristo de la fe; aprendí de Buda; de Krisna; Kirkergaard, Heidegger,
Sartre y otros me acompañaron en aquellos momentos como lo hicieron en otros
antiguamente, pero esta vez, mis ojos estaban abiertos, y entonces pude ver.
Hoy conozco a Dios y nos besamos todas las noches, amo lo
que soy, lo que fui y lo que seré, aún y que sigo construyendo.
Si llegaste hasta acá es que todavía hay esperanza en
aprender y escuchar. Podrás decir ¿esto a mi qué me importa? Piensa un momento…
escribe tu historia, ¿hasta dónde has llegado, realmente vives, sobrevives, o estás
muerto, eres un zombi que deambula yendo a la escuela, al trabajo, a la
iglesia, con tu novia, con tu pareja, con tus hijos, eres un ser que camina,
respira, pero está muerto?
Eso quiero que entiendas, que puedes aprender a gatear otra
vez, pero esta vez de manera consciente, a hacerte bípedo, después saltarás,
correrás y cuando estés listo te saldrán las alas y te juro que podrás volar, surcar
los cielos y sobre todo… Seguir volando.
Un abrazo.
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